Mientras entran en vigor los drásticos aranceles comerciales del presidente estadounidense, Donald Trump, y suben los impuestos medios del país a los niveles más altos desde la Segunda Guerra Mundial, resulta fácil suponer que la globalización está en reversa y que ha iniciado una nueva era de proteccionismo, fragmentación y relocalización. Puede que parte de este pesimismo sea excesivo.
Aunque EE.UU. fue el máximo precursor del sistema comercial multilateral y se ha erigido como el mercado de consumo más lucrativo del planeta, por sí solo no puede revertir la interdependencia económica mundial.
Los beneficios económicos procedentes de la ventaja comparativa y el transporte marítimo de contenedores a bajo costo son demasiado importantes como para que el resto del mundo los ignore. A pesar de que Estados Unidos apuesta por la autosuficiencia y se perfila como un socio económico poco confiable, otros países están deseosos de seguir comerciando.

“Pese a todos los comentarios sobre la desglobalización, si solo se miran las cifras, lo que observamos en los últimos dos años y medio ha sido una aceleración de la globalización a raíz del inmenso éxito comercial de las empresas de China, que han ganado cuota de mercado en el escenario internacional”, declaró la semana pasada a los inversionistas Vincent Clerc, CEO de A. P. Moller-Maersk A/S.
Esto se ha producido tras el informe del gigante del transporte marítimo de contenedores sobre una demanda asombrosamente resistente fuera de los EE.UU. y su previsión de que el volumen global de contenedores podría incrementarse hasta un 4% este año.
“Existe un nuevo motor en la demanda de contenedores que está agregando un gran potencial alcista”, afirmó Clerc, quien prevé que este crecimiento más fuerte impulsado por China podría durar “unos años”. (Esta semana, EE. UU. ha prorrogado otros 90 días la suspensión de los elevados aranceles sobre los productos chinos).
Si bien las exportaciones chinas a EE.UU. han sufrido una caída porcentual de dos dígitos desde que Trump amenazó con imponer una serie de nuevos aranceles a principios de abril, esto se compensa con el aumento de las exportaciones al resto del mundo.
Esta robustez refleja en parte la acumulación de existencias, y algunos economistas prevén una desaceleración en el segundo semestre del año, a medida que Washington intensifica el escrutinio del transbordo de productos chinos a Estados Unidos a través de terceros países.
Sin embargo, también indica un cambio drástico en la orientación comercial de China, que se aleja de su dependencia de EE.UU. y se acerca a una presencia global más amplia y diversificada, según un informe del 8 de agosto de la gestora de activos alemana DWS Group.
“La competitividad de las exportaciones chinas, así como la intensificación de los vínculos económicos con regiones como Medio Oriente y África, es una tendencia estructural que probablemente prevalecerá”.

El gigante alemán de logística DHL Group está viendo cambios similares en la demanda.
Los envíos exprés con fecha de entrega garantizada y tiempo definido desde Estados Unidos cayeron un 31% en el segundo trimestre, mientras que sus entregas a Asia aumentaron un 2% y las de Medio Oriente y África aumentaron un 8%.
El comercio global “sigue fluyendo” e incluso en el entorno actual “aún existen oportunidades de crecimiento y rutas comerciales en expansión”, declaró a los analistas Melanie Kreis, directora financiera de DHL, la semana pasada.
Otro ejecutivo de DHL, Ken Lee, quien dirige el negocio exprés de Asia Pacífico, calificó recientemente la globalización como “demasiado grande para quebrar”.
No quiero restarle importancia al impacto que tendrá el debilitamiento del sistema de comercio basado en normas y el aumento de los impuestos a las importaciones por parte de la mayor economía del mundo, lo cual impondrá costos innecesarios a los consumidores, obstaculizará la competencia, frenará el crecimiento, demorará la inversión y provocará que el comercio mundial crezca más lentamente de lo que lo haría en otras circunstancias.
Los aranceles elevados aplicados a los países del sudeste asiático pueden anular algunas de las ventajas de las empresas chinas y occidentales que aprovechan nuevas fuentes de mano de obra barata y diversifican su presencia manufacturera, una estrategia conocida como China+1.
Además, si las exportaciones chinas se desvían de Estados Unidos a los mercados emergentes, otros países podrían imponer aranceles para proteger a las industrias nacionales. (Un recordatorio de que China debe hacer más para apoyar la demanda de sus propios consumidores).
Pero dado que China representa más del 30% de la fabricación mundial de bienes y domina las tecnologías clave para la descarbonización, es difícil imaginar que el mundo abandone rápidamente esta producción altamente eficiente.
Gran parte del Sur Global ha seguido importando vehículos chinos, que son baratos y de alta calidad, incluso mientras Estados Unidos y Europa, en menor medida, aumentan las barreras comerciales y advierten sobre el exceso de capacidad industrial de China.

Tampoco hay que olvidar que la mayor parte del comercio mundial no involucra a Estados Unidos.
Los corredores comerciales intraasiáticos y entre Asia y Medio Oriente se encuentran entre los de mayor crecimiento del planeta, afirmó Georges Elhedery, CEO de HSBC Holdings Plc, durante una conferencia telefónica con analistas el mes pasado.
“La globalización está muy vigente. Simplemente está adquiriendo un aspecto muy distinto”, declaró Bill Winters, el jefe de Standard Chartered Plc, a los inversores a finales de julio, indicando que los clientes estaban diversificando las cadenas de suministro, la fabricación y la distribución.
Este banco, con sede en Londres, obtiene la mayor parte de sus ingresos en Asia y Medio Oriente y cuenta con un importante negocio de financiación comercial.
En la actualidad, solo alrededor de una quinta parte del valor de todos los bienes y servicios producidos en el mundo termina en un país diferente, según un estudio de DHL en marzo, lo que significa que el potencial del comercio global no está cerca de agotarse.
“Hasta ahora, el crecimiento del comercio mundial ha sido muy resiliente, y tampoco hemos visto muchas represalias por parte de los países afectados por los aranceles estadounidenses. Esto se debe en parte a que esos países reconocen cuánto se benefician del comercio”, me dijo Steven Altman, investigador principal de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York.
“No veo que Estados Unidos lidere un movimiento global que se aleje del comercio, y hasta ahora parece que la globalización puede sobrevivir a Trump 2.0”.
De hecho, es probable que el proteccionismo y la intimidación de EE.UU. convenzan a sus socios comerciales de asegurar el acceso a mercados alternativos, acercándolos así.
Después de ser afectados por algunos de los aranceles de Estados Unidos más altos, Brasil e India reiteraron la semana pasada sus planes de fortalecer sus lazos comerciales. Tras alcanzar en diciembre un ansiado acuerdo comercial con el bloque sudamericano del Mercosur, la Unión Europea debería ahora ratificarlo.
Así que, sí, las cadenas de suministro se enfrentan a una crisis mientras EE.UU. y China se distancian, pero eso no significa que la globalización esté muerta.
Más bien, podríamos estar entrando en una nueva era, caracterizada por el repliegue de Estados Unidos, las inversiones de empresas chinas en el extranjero y el aumento del comercio entre otros países.
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