Latinoamérica no debe precipitarse al bajar las tasas

Brazil Exchange As Central Bank Raises Rates, Bucking Global Easing Trend
Por Juan Pablo Spinetto
04 de julio, 2025 | 08:38 AM

A pesar de la ola de frío que avanza desde el sur, Latinoamérica vive por estos días una situación inusualmente “delicada” en un aspecto: la inflación.

De los cinco principales bancos centrales de la región con políticas de objetivos de inflación, únicamente el de Perú ha sido capaz de frenar sistemáticamente el incremento de los precios hasta su objetivo a los cinco años del estallido de la pandemia mundial.

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La situación contrasta con la de Brasil, México, Colombia y Chile, donde las tensiones sobre los precios en los sectores de servicios, el sólido crecimiento económico, unos mercados laborales más sólidos y unas medidas fiscales más relajadas se han conjugado para poner fin a la tendencia deflacionista que comenzó a finales de 2022.

Lo que es peor, Brasil y México, las dos más grandes economías, han registrado un repunte de las tasas de inflación este año, lo que pone a sus bancos centrales en apuros.

Hay que recordar que cuando en 2021 surgieron los primeros signos de problemas en las cadenas de suministro globales, que provocaron escasez de productos, las autoridades monetarias elevaron rápida y enérgicamente las tasas de interés para hacer frente a una inflación que en ciertos casos superó el 10%, en tanto que sus pares mundiales vacilaron.

Fue una medida inteligente y sus economías se beneficiaron de un aterrizaje suave y una política monetaria más relajada en todos los países, a excepción de Brasil, incluso en un contexto político complicado.

El mercado especula con que los bancos centrales continuarán relajando la política monetaria, teniendo en cuenta el debilitamiento del dólar, la caída de los precios del petróleo, la ralentización de la economía global y la postura cada vez más moderada de la Fed, aunque sería prudente evitar precipitarse.

No hay mucho que perder esperando a que los datos concretos revelen que el reciente aumento de la tasas de inflación.

Inflación en América Latina

La política monetaria nunca ha sido una ciencia exacta y los bancos centrales a veces se equivocan al tratar de encontrar el nivel adecuado de tasas, como hicieron algunos al mantener los costos de financiación demasiado restrictivos durante un periodo prolongado en 2023.

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También es cierto que la inflación se está mostrando persistente en muchos lugares del mundo, concretamente en EE.UU. Sin embargo, con previsiones de aumentos de precios en Brasil, México, Colombia y Chile que rondarán el 4%-5% a fin de año, no hay tiempo para la complacencia.

El control de la inflación se ve dificultado por el despilfarro fiscal y el elevado endeudamiento de estos gobiernos, especialmente en Brasil y Colombia. La calificación de este último fue rebajada por Moody’s Ratings y S&P Global Ratings.

Los bancos centrales también pueden haber subestimada la llamada tasa de interés neutral necesaria para contener la inflación en el periodo pospandémico, según Ernesto Revilla, economista jefe para Latinoamérica de Citigroup Inc.

“A pesar de lo elevado de las tasas nominales en el pico del ciclo alcista, quizá no eran suficientemente restrictivas en términos reales”, me dijo Revilla, y agregó que es posible que los objetivos de inflación no se alcancen hasta 2026.

“Esto significa que Brasil probablemente mantendrá las tasas altas todo 2025, que Perú y Chile ya no moverán las tasas o harán ajustes muy pequeños, y que Colombia y México sí sigan bajando, pero con cautela”.

De hecho, el banco central brasileño está adoptando la postura más agresiva entre sus pares tras haber subido su tasa de interés de referencia al 15% el mes pasado y haber señalado que la mantendrá alta durante algún tiempo. Algunos argumentarán que tasas reales de casi 10 puntos porcentuales para frenar una inflación que se debe en parte al gasto excesivo del gobierno son exageradas.

Pero los bancos centrales independientes deben centrarse en cumplir su mandato, más allá de las distorsiones introducidas por el ruido fiscal. Si el 15% es lo que se necesita para reanudar la tendencia a la baja de la inflación, que así sea.

Aun así, es sorprendente ver las estrategias opuestas adoptadas por las principales economías de América Latina.

A diferencia de Brasil, México ha optado por un enfoque moderado que desafía su tolerancia históricamente baja a las presiones sobre los precios. A pesar de que la inflación se aceleró hasta el 4,51% a mediados de junio desde el 3,59% en enero, el banco central, conocido como Banxico, ha recortado los costos de financiación en dos puntos porcentuales este año, hasta el 8%.

Es cierto que las tasas reales, de alrededor de seis puntos porcentuales, dejaban margen para algunos recortes, sobre todo con una economía al borde de la recesión. Sin embargo, el hecho de que la flexibilización coincida con el empeoramiento de las expectativas de inflación es algo desconcertante.

Tasas de interés de referencia de Brasil y México

La sensación es que Banxico se daría por satisfecho con que la inflación volviera a situarse en un rango tolerable, sin necesidad de bajar al objetivo del 3%, que espera alcanzar dentro de un año (tras no cumplir sistemáticamente las estimaciones anteriores).

Eso sería un error, porque una inflación anual en torno al límite superior del rango objetivo, es decir, el 4%, sigue siendo demasiado onerosa para la mayoría de las economías y probablemente intolerable para los votantes mexicanos. De hecho, hay buenas razones para abogar por objetivos más bajos en México, Colombia y Chile, como hizo Perú en 2007.

Es cierto que los bancos centrales solo tienen que bajar el ritmo de aumento de los precios unas décimas para recuperar el control de la inflación. Pero llegar a eso no será facil y demandará mucha paciencia. De lo contrario, corren el riesgo de dañar no solo la reputación que tanto les ha costado construir en materia de control inflacionario, sino también sus economías.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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