Como a cualquier buen inversionista, a Mark Zuckerberg le agrada obtener beneficios; no obstante, está dispuesto a jugar a largo plazo. Transcurrió una década desde que se gastaron US$19.000 millones en WhatsApp hasta que, por fin, puso anuncios en la app de mensajería.
Ahora, mientras invierte US$65.000 millones este año en infraestructura de IA e intensifica una guerra de talentos para contratar a los cerebros más brillantes de este campo, se prevé que también monetice ese esfuerzo dejando de lado el proyecto de inteligencia artificial gratis que tiene a Wall Street perplejo.
Es el modelo insignia de IA que Meta Platforms Inc. (META) ha desarrollado para igualar a ChatGPT. A diferencia de los creados por Google y OpenAI de Alphabet Inc. (GOOGL), se considera de “código abierto”, lo que implica que sus diseños están disponibles en la red para que cualquiera, así como sus competidores, pueda copiarlos y basarse en ellos.
¿Por qué?
Zuckerberg ha declarado que es para que la IA sea accesible, de modo que “todo el mundo pueda beneficiarse”. Esa frase no me la creo del hombre que construyó su imperio recopilando datos de usuarios para vendérselos a los anunciantes.
Lo más factible es que Llama sea una plataforma de lanzamiento para algo más comercial y que ya haya logrado su propósito. El modelo de código abierto facilitó a Meta una fuerza de trabajo de investigación y desarrollo sin costo, ya que miles de desarrolladores se unieron al ideal de democratizar la IA para todos y ayudaron a mejorar Llama de forma gratuita.
Además, ha convertido a Meta en un imán para investigadores con talento que, en otro caso, podrían optar por la competencia, y que desean ver cómo sus aportaciones llegan de inmediato a millones de usuarios en lugar de quedar atrapadas detrás de los productos de Meta.
Y ha conseguido fortalecer la reputación de la empresa de ser un aliado incondicional en la carrera de la IA, aun cuando las condiciones para el uso de Llama eran restrictivas y no se alineaban con la definición técnica de código abierto.
Los críticos que han acusado a Meta de “lavado de imagen hacia el código abierto” estaban en lo correcto al creer que esto no iba a perdurar.
Zuckerberg moderó su postura al respecto ya el año pasado, declarando durante el podcast de Dwarkesh Patel que fue un error ser “dogmático” sobre el software de código abierto y que si en el futuro resulta irresponsable ceder su IA, “entonces no lo haremos”.
No hay una respuesta clara sobre si la IA de código abierto es beneficiosa o perjudicial para la sociedad. Si bien aborda la creciente concentración de poder entre las empresas de Silicon Valley, a medida que los modelos gratuitos adquieren mayor capacidad, su cesión aumenta el riesgo de uso indebido.
Investigadores militares chinos han utilizado Llama para desarrollar su propia herramienta de inteligencia, llamada ChatBIT, por ejemplo, para recopilar datos y tomar decisiones operativas. Los investigadores también crearon un modelo “BadLlama” sin funciones de seguridad, algo que no habrían podido lograr con sistemas cerrados como ChatGPT.
En la medida en que Zuckerberg, hoy la segunda persona más rica del mundo después de Musk, con una fortuna de US$256.400 millones según datos recabados por Bloomberg, reciba consejos ocasionales de Washington DC y de responsables políticos extranjeros sobre IA, es casi seguro que le habrán dicho que piense con calma en hacer que la IA de uso general, software que sea más inteligente que los humanos, sea de uso libre para cualquier persona del mundo.
Si lo hace, no será el primero en abandonar una estrategia libre y abierta.
OpenAI nació como una organización sin fines de lucro que se comprometió a compartir su investigación con todos, hasta que empezó a recibir grandes inversiones de Microsoft Corp. (MSFT) y se volvió más hermética. También es práctica común que las empresas tecnológicas regalen productos antes de monetizarlos una vez que han alcanzado el dominio del mercado a gran escala .
Wall Street quiere ver un retorno más claro de la enorme inversión de Meta en IA, y hay indicios de que Zuckerberg cumplirá.
Así como la contratación de Fidji Simo por parte de OpenAI indicó que se preparaba para lanzar un negocio de publicidad, la contratación de Alexandr Wang, CEO de Scale, por parte de Zuckerberg sugiere que quiere monetizar el ecosistema que ha construido.
Zuckerberg también les ha estado diciendo a algunos de los investigadores estrella que intenta reclutar de empresas como OpenAI y Google que no publicará el código abierto de los futuros modelos de IA cuando alcancen la “superinteligencia”, un umbral cuya definición aún no está clara, pero que se refiere a la IA que supera la inteligencia humana en la mayoría de las tareas.
Wang ha dicho mucho en el mismo sentido a los investigadores a los que corteja en cenas y reuniones.
No se sorprendan cuando Zuckerberg anuncie durante el próximo año que los nuevos modelos de IA de Meta son demasiado potentes para ser regalados.
Su experimento de IA de código abierto habrá cumplido su propósito: atraer talento, desarrollo gratuito y posicionar a Zuckerberg como el héroe reticente de la IA. Pero con miles de millones invertidos y Wall Street exigiendo rentabilidad, el viaje gratis terminará.
Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.
Lea más en Bloomberg.com