Bloomberg Línea — Atraer a los jóvenes a trabajos como la cosecha cafetera se ha convertido en un desafío para los mayores productores mundiales como Brasil y Colombia, en medio de un panorama laboral marcado fuertemente por la estacionalidad y la informalidad, advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Una combinación de factores que van desde la informalidad, bajos salarios, ingresos temporales e inestables, falta de acceso a seguridad social, migración y condiciones laborales precarias contribuyen a una menor disposición de trabajadores para participar en la recolección.
A esto se suman otros factores como una reducida oferta de servicios públicos en salud, educación y asistencia técnica, lo que refleja que la bonanza de precios del café no ha tocado a todos.
El café ha subido 17,23% hasta el tercer trimestre, consolidándose como una de las materias primas con mayor repunte del año, en medio de un mercado afectado por los aranceles del 50% de EE.UU. al café brasileño.
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“Estas condiciones explican por qué los productores enfrentan dificultades crecientes para contratar recolectores, especialmente en períodos de cosecha de gran volumen”, dijo a Bloomberg Línea Efraín Quicaña, especialista regional en Economía Rural, Desarrollo Productivo y Formalización de la OIT para América Latina y el Caribe.
“Predominan contratos no escritos, pago al destajo y relaciones laborales temporales que dejan a una alta proporción de recolectores sin afiliación plena a seguridad social y sin protección frente a riesgos laborales”, advirtió Quicaña.
En Colombia, explica que en muchos casos los ingresos no llegan al salario mínimo mensual legal vital y no alcanzan niveles suficientes para superar la línea de pobreza, pese a que se incluya alimentación, alojamiento y/o transporte.
“Los ingresos de los recolectores dependen, en gran medida, del volumen de cerezas de café recolectadas, ya que la forma más común de pago es por kilogramo”, dijo.
Según cifras de la OIT, el precio que reciben los trabajadores dedicados a la recolección de café fluctúa según la finca, la temporada de cosecha y las condiciones del mercado.

En Colombia, según la OIT, el valor que reciben los recolectores oscila generalmente entre COP$900 (unos US$0,2) y COP$1.500 (US$0,3) por kilogramo.
Carlos Armando Uribe, director de asuntos gremiales de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), calcula que el promedio de recolección por cada cosechero está en 90-100 kg. diarios.
En EE.UU. el precio de una bolsa de café colombiano 100% premium (de 12 oz) puede comenzar en los US$14.
En el precio debe tenerse en cuenta no sólo el costo de la mano de obra, sino lo que supone para los cafeteros el beneficio del grano, el transporte y otros aspectos clave dentro de la cadena de café.
Desde 2023, la caída en la oferta proveniente de Brasil ha impulsado una mayor demanda internacional del café colombiano, lo que ha incentivado la ampliación de áreas cultivadas y un aumento en las cosechas.
Sin embargo, Giancarlos Delgado H., director de la ONG Voces por el Trabajo, dice que este crecimiento productivo trae consigo una presión adicional sobre la disponibilidad de trabajadores, ya que "se requieren más recolectores para atender las nuevas necesidades del mercado, en un contexto donde la mano de obra rural es cada vez más limitada y altamente informal".
En México, los salarios mensuales promedio de quienes trabajan en el cultivo del café rondan los US$106, según cifras compartidas a Bloomberg Línea por la OIT.
Esta cifra apenas supera la línea de pobreza extrema por ingresos (US$98,80), pero se sitúa un 41,5% por debajo de la línea de pobreza general (US$182).
De acuerdo a Efrain Quicaña, la baja remuneración se acompaña de un cumplimiento limitado de las garantías laborales, dado el alto grado de informalidad en el sector.
En Brasil, la modalidad predominante de remuneración es el pago por productividad, generalmente por saco (60 kg) recolectado, aunque en algunas regiones se paga por jornada.
Esa modalidad puede generar fraudes en la medición y desigualdades (por ejemplo, las mujeres suelen recibir menos por las mismas tareas), según la OIT,
No hay un rango nacional uniforme en USD, ya que los valores varían según la región, el nivel de mecanización y el acuerdo con el empleador.
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¿Un precio de café verdaderamente justo?

Fernando Morales-de la Cruz, fundador de la organización Café for Change, explicó a Bloomberg Línea que el precio actual del café, de US$3,97 por libra, no es realmente alto.
Según Morales-de la cruz, ajustado por inflación, equivale a apenas a US$1,22 en dólares de 1983, cuando los países importadores pagaban entre US$1,20 y US$1,40 por libra.
En términos reales, sostiene que el precio del café no supera los niveles de hace 40 años.
Los US$1,40 por libra de 1983 equivaldrían hoy a US$4,57 ajustados por inflación, mientras que el precio actual sigue por debajo, lo que evidencia un deterioro histórico en la remuneración de los productores, opinó el líder de esa iniciativa global que busca crear prosperidad en las regiones rurales que producen café cambiando el modelo de negocio.
Desde la organización abogan por un modelo de negocios de valor compartido que garantice la transferencia de al menos US$0,10 por cada taza de café a las regiones rurales productoras.
“El negocio mundial del café es cruel. Los campesinos que cultivan el grano viven con hambre y miseria, mientras hay desnutrición y trabajo infantil en las zonas rurales productoras”, dijo Morales-de la Cruz.
“Todo porque de cada taza vendida, los agricultores reciben apenas un poco más del 1% del precio que paga el consumidor en los países ricos. Las multinacionales del café, los gobiernos del Norte y las ONG que defienden sus intereses se atreven a llamar a este cruel modelo ‘comercio justo’”, apuntó,
Mejorar las condiciones de los recolectores de café
Efrain Quicaña, de la OIT, advierte que en Colombia y México se observa una menor disposición de trabajadores, agravada por el envejecimiento de la población cafetera y la migración de jóvenes.
En Brasil, la temporalidad y la incertidumbre de ingresos dificultan la contratación durante cosechas intensivas.
En ese país, la movilidad estacional desde regiones pobres facilita la cobertura de demanda, pero incrementa la vulnerabilidad frente a condiciones precarias. “Aunque no se afirma directamente, los documentos oficiales señalan la necesidad de fortalecer mecanismos de protección frente al trabajo infantil”, según Quicaña.
Para hacer frente a esta situación, desde la OIT instan a impulsar políticas de empleo rural que promuevan el relevo generacional y la inclusión de jóvenes.
Fortalecer el diálogo social territorial para identificar soluciones adaptadas a cada región cafetalera.
Articular políticas que mejoren ingresos relativos de la recolección y diseñar incentivos para retener y atraer mano de obra joven al sector.
En general, la OIT dice que los países cafeteros tienen el desafío de promover esquemas de pago que incorporen contribuciones sociales.
Asimismo, sugiere instrumentar mecanismos de ingresos mínimos estacionales y diseñar sistemas de incentivos para la formalización que incluyan beneficios tangibles para empleadores y trabajadores.
La OIT considera clave promover mecanismos de certificación de competencias que mejoren la empleabilidad y el acceso a mejores condiciones laborales.
En Colombia, según destacó la organización, se han promovido espacios de diálogo social como la Mesa Ejecutiva para el trabajo decente y la productividad del café en el departamento del Huila (Comité Regional de la Cadena de Café).
También hay otras iniciativas en Colombia de cualificación a través de la evaluación y certificación de competencias laborales de los recolectores de café (a la fecha van más de 5.700) y sensibilización sobre derechos laborales.
Ante esta situación en México, algunos productores ofrecen incentivos como anticipos en efectivo, transporte, agua, guantes y pagos a destajo en temporadas intensivas.
Por otra parte, las cooperativas cafetaleras se distinguen por brindar empleos más estables y con menores riesgos, lo que las convierte en un ejemplo de buenas prácticas frente a la precariedad predominante, señaló la OIT.
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