Bloomberg Línea — Bank of America (BAC) considera que el fin del mandato del presidente Gustavo Petro en Colombia en 2026 podría abrir espacio para que el Banco de la República acelere la reducción de tasas de interés, gracias a una mejora en la percepción de riesgo del país.
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En un informe firmado por Alexander Muller y Pedro Díaz, la entidad estima que, bajo su escenario base, la tasa de política monetaria se ubicaría en 7% a finales de 2026, todavía en un terreno levemente contractivo si se considera la tasa neutral del 3% real que calcula el propio banco central.
“Creemos que el resultado de la elección puede generar optimismo en los mercados, reducir la prima de riesgo y, por lo tanto, dar más grados de libertad al banco central para continuar recortando las tasas de interés”, señalaron los analistas.
En su visión, “un nuevo comienzo tras las elecciones puede poner fin a una crisis de confianza persistente” y facilitar que la autoridad monetaria avance en su ciclo de flexibilización.
El mercado, sin embargo, descuenta un escenario más restrictivo. Según la curva de swaps IBR, se espera que la tasa de política monetaria alcance 8,50% en diciembre de 2026, lo que, para BofA, implica suponer que el Banco de la República no logrará llevar la inflación al rango meta, que la tasa neutral es mucho más alta de lo estimado o que persistirá una crisis de confianza.
“En nuestra opinión, ninguna de estas suposiciones se sostiene”, escribieron Muller y Díaz, al proyectar que la inflación se reducirá a 3,5% desde el 4,8% actual.
Política monetaria restrictiva y actividad débil
El informe subraya que la autoridad monetaria ha mantenido una postura muy restrictiva para asegurar la convergencia de la inflación a la meta. “Incluso ahora, con la inflación general en 4,8%, la tasa real está en 5,4% (265 puntos básicos por encima de la neutral)”, destacaron.
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Para BofA, esta firmeza no es nueva: el Banco de la República ha demostrado en crisis anteriores —como en 2007-2008 y 2015-2016— que está dispuesto a subir las tasas de manera significativa, incluso de forma procíclica, para cumplir su mandato de estabilidad de precios.
“Es poco probable que la inflación se mantenga por encima del 4%”, advirtieron los analistas, recordando que desde principios de la década de 2000, cuando BanRep adoptó el régimen de metas de inflación como marco monetario, choques severos como el alza de precios de materias primas en 2007-2008 o el triple impacto de 2015-2016 no impidieron que la inflación volviera al objetivo.
“El Banco de la República ha desarrollado una sólida capacidad para combatir la inflación durante más de dos décadas (...) creemos que esto será crucial para reducir la inflación”, añadieron.

El costo de esta política ha sido un menor dinamismo económico. “Si acaso, BanRep ha estado sacrificando la actividad económica”, escribieron Muller y Díaz. Sectores sensibles a las tasas, como vivienda, construcción, bienes duraderos, crédito e inversión, han recibido el mayor impacto.
En 2023, las ventas de vivienda cayeron casi un 50% y el crecimiento del PIB fue de apenas 0,7%, seguido de un 1,6% previsto para 2024. Para 2025, BofA proyecta una expansión de 2,6%, todavía por debajo del potencial estimado de 3%.
Aun cuando el próximo año mostraría una recuperación, el banco la considera frágil. “No hay razones fundamentales para esperar una aceleración sostenida y robusta”, señalaron, al proyectar un crecimiento de 2,7% para 2026 con una brecha de producto ligeramente negativa.
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Neutralidad y fuerzas en juego
Para los analistas quizás uno de los principales factores detrás de la aceleración en 2024 y 2025 es que “el gobierno está ejecutando una política fiscal expansiva (déficits en torno al 7% del PIB)”. Sin embargo, advirtieron que “este impulso fiscal es insostenible y la próxima administración probablemente tendrá que revertirlo”.
La tasa de interés efectiva de la deuda pública, de 7,3% nominal y 3,4% real, supera el crecimiento potencial del PIB, lo que consideran “una señal de alerta” que hace “inescapable” un ajuste fiscal. Esto, sumado a que la política monetaria sigue siendo contractiva, hace que la demanda interna enfrente presión a la baja en los próximos años.
También señalaron que parte del impulso reciente podría sobreestimarse por factores temporales, como las remesas, que crecieron 15,5% interanual entre enero y mayo. Según el informe, este aumento “podría ser engañoso porque puede reflejar decisiones temporales de inmigrantes que temen ser deportados de los EE. UU.”.

En cuanto a la tasa neutral, el Banco de la República la elevó a 3% real para 2026, desde un mínimo de 1,2% en 2019, debido a mayores tasas internacionales y a un incremento de la prima de riesgo tras la pérdida del grado de inversión y las elecciones de 2022. BofA coincide parcialmente, pero agrega otros elementos como el deterioro fiscal y la reforma pensional.
En su análisis, las fuerzas que elevan la tasa neutral predominan, aunque la caída de la inversión a 17,9% del PIB, la más baja en 20 años, actúa como contrapeso.
En síntesis, BofA anticipa que, tras las elecciones de 2026, un escenario político percibido como más predecible y con menor riesgo país permitiría al Banco de la República flexibilizar su política monetaria con mayor confianza.
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La proyección del banco de inversión es que la tasa de interés caiga al 7% hacia finales de ese año, “todavía ligeramente contractiva” si se toma como referencia la tasa neutral oficial, pero marcando un cambio relevante frente a las expectativas actuales del mercado.