Bloomberg Línea — Goldman Sachs (GS) recortó el precio objetivo de la acción y las estimaciones de entregas de vehículos para Tesla (TSLA) en el segundo trimestre de 2025, advirtiendo sobre una caída significativa en la demanda en mercados clave como Estados Unidos, Europa y China.
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El informe, publicado el 5 de junio tras el cierre de mercado, refleja un deterioro más profundo en las métricas mensuales de ventas que lo anticipado, y coincide con una semana de alta volatilidad para la empresa marcada por el estallido del conflicto público entre Elon Musk y el presidente Donald Trump.
La firma de inversión redujo su estimación base de entregas para el segundo trimestre a 365.000 unidades, desde las 410.000 previamente proyectadas, situándola también por debajo del consenso de 417.000 unidades recopilado por Visible Alpha.
Más allá del drama político, Goldman Sachs mantiene una visión prudente. Su recomendación sigue siendo “Neutral”, con un precio objetivo de US$285, apenas por encima del cierre ayer y desde el US$295 que veía previamente.
Según datos recopilados por Bloomberg, el consenso de analistas muestra una opinión dividida con predominio alcista sobre la compañía: el 52,5% recomienda comprar, el 24,6% sugiere mantener y el 23,0% aconseja vender.
El precio objetivo del consenso, según datos de Bloomberg, se sitúa en US$297,06, frente a un precio de mercado de ayer de US$284,70, lo que implica un potencial de retorno limitado del 4,3% a 12 meses.
Deterioro en plena pelea
Según el análisis de Goldman Sachs, las entregas trimestrales hasta mayo en EE.UU. se están desempeñando en niveles de “adolescentes medios” en términos interanuales.
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En Europa, las matriculaciones de abril cayeron un 50% interanual, mientras que las cifras preliminares de mayo indican una disminución del 20%.
En China, el CPCA informó una caída interanual del 20% en mayo, reflejando un debilitamiento de la demanda que también fue confirmado por los datos de aseguradoras locales.
Este deterioro en las cifras operativas llega justo cuando Tesla se encuentra en el ojo del huracán político. La relación entre Elon Musk y Donald Trump, que hasta hace unas semanas parecía una alianza estratégica, ha caído en una batalla pública de acusaciones, amenazas y desmentidos en redes sociales.
El desencadenante fue el rechazo de Musk al nuevo proyecto de ley fiscal impulsado por la administración Trump, al que calificó de “abominación repugnante”.
El texto contempla, entre otros puntos, la eliminación anticipada de los créditos fiscales de hasta US$7.500 por la compra de vehículos eléctricos, lo que según JPMorgan (JPM) recortaría en aproximadamente US$1.200 millones las ganancias anuales de Tesla.
La disputa escaló hasta el punto en que Trump amenazó públicamente con retirar los contratos federales de Tesla y SpaceX, que suman más de US$22.500 millones desde 2000, según cuentas de Bloomberg, lo cual golpeó directamente la percepción de sostenibilidad del flujo de ingresos futuros de las empresas de Musk.
El golpe en Tesla
El jueves, las acciones de Tesla cayeron más de 13%, su mayor retroceso en casi tres meses, eliminando US$153.000 millones en valor bursátil y borrando US$34.000 millones del patrimonio neto de Musk, según datos del índice de multimillonarios de Bloomberg. Hoy la acción se recupera casi 5%.
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Esta fue la mayor caída diaria registrada en la historia de Tesla en términos de capitalización de mercado. La firma Wedbush sostuvo que la disputa “no cambia su visión estructural sobre la acción”, aunque admite que “introduce ruido en el marco regulatorio con Trump en el poder”.
Otros analistas como Wayne Kaufman, de Phoenix Financial Services, fueron más duros. “El problema de Tesla es que no se puede separar el valor de la empresa de la figura de Musk. Tesla nunca ha cotizado por fundamentos, siempre por Musk”, dijo a Bloomberg.
En términos estratégicos, la pelea representa un punto de inflexión en la narrativa política de Tesla.
El mismo Musk, quien había donado más de US$250 millones para apoyar la campaña presidencial de Trump, y que fue designado como director de la llamada “Oficina de Eficiencia Gubernamental”, ahora se encuentra públicamente enfrentado al presidente, quien lo calificó de “loco” y lo acusó de ingrato.
