El rendimiento por dividendos (métrica conocida en inglés como dividend yield) del S&P 500 se encuentra apenas 20 puntos básicos por encima de su mínimo histórico, registrado durante la burbuja tecnológica del año 2000. Según un informe reciente de Deutsche Bank, el nivel actual es de 1,26%, frente al piso histórico de 1,08%.
¿Importa que esté tan bajo? Según el banco alemán, no pareciera ser grave mientras las empresas sigan recomprando acciones y tengan liquidez para hacerlo. Pero esta estructura vuelve al mercado estadounidense más vulnerable: ante una corrección, las recompras pueden desaparecer más rápido que los dividendos, eliminando un pilar clave del soporte bursátil.
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Además, las recompras presentan riesgos:
- Mayor discrecionalidad: pueden cancelarse abruptamente en una recesión, a diferencia de los dividendos, que suelen sostenerse.
- Riesgo de oportunidad: tienden a concentrarse en momentos de precios altos, lo que implica que las empresas compran caro.
- Ingeniería financiera: inflan las ganancias por acción (EPS) sin mejorar la rentabilidad real.
- Cortoplacismo: pueden limitar la inversión en el negocio si se usan para cumplir metas de compensación ejecutiva o ganancias proyectadas.
A pesar de esto, los resultados del mercado han sido sólidos. Las acciones estadounidenses —con la cultura de recompras más agresiva del mundo y los dividend yields más bajos entre los mercados desarrollados— han superado en desempeño a sus pares globales durante décadas, según destaca el informe.
Una evolución de largo plazo
Deutsche Bank ubica el inicio del cambio estructural en el mercado hacia fines de la década de 1950. Hasta entonces, los dividendos solían rendir más que los bonos del Tesoro. Las acciones eran vistas como instrumentos riesgosos, sin regulación, sin diversificación ni transparencia. Por eso, los inversores exigían altos dividendos como compensación. Además, el tratamiento impositivo de los dividendos era más favorable que el actual.

Esa lógica comenzó a cambiar tras la Segunda Guerra Mundial. El aumento de las ganancias corporativas, la expansión de los fondos comunes y los sistemas previsionales, y la inflación que erosionaba el rendimiento real de los bonos, llevaron a que los dividend yields cayeran por debajo de los rendimientos de los bonos. Y así permanecieron por más de medio siglo.
El informe de Deutsche Bank señala que este giro se profundizó en los años 80, con la baja de impuestos a las ganancias de capital y el inicio de una nueva era de recompras. Muchas empresas, especialmente tecnológicas, comenzaron a reinvertir utilidades en lugar de distribuirlas como dividendos. Esa filosofía —priorizar el crecimiento sobre el ingreso— resurgió con fuerza en la última década, nuevamente liderada por las grandes tecnológicas.
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Un punto clave fue el cambio normativo de 1982, cuando la SEC estableció reglas claras que legalizaron de facto las recompras de acciones, hasta entonces desalentadas por temor a que manipularan el mercado. Desde ese momento, las recompras comenzaron a desplazar a los dividendos como mecanismo de devolución de capital. Para mediados de los años 2000, ya los superaban en volumen, y desde entonces han mantenido su liderazgo.
Hoy, con los dividendos en mínimos y las recompras bajo la lupa, el mercado queda más expuesto a cualquier sacudida. Aunque la estrategia ha funcionado hasta ahora, su sostenibilidad dependerá de que las empresas mantengan la rentabilidad y la confianza de los mercados.