Bloomberg Línea — El histórico enfrentamiento entre el oro y el Bitcoin (XBTUSD) como reservas de valor ha cobrado renovada fuerza en 2025, impulsado por el hecho de que la criptomoneda se mantiene por encima de los US$100.000, un nivel que podría consolidarse como soporte.
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Para James Seyffart, analista senior de ETF en Bloomberg Intelligence, “los defensores del oro siguen señalando la larga historia y estabilidad de precios del metal, mientras que el creciente arraigo del bitcoin en las finanzas institucionales y un entorno regulatorio más favorable han fortalecido su caso a largo plazo”.
Seyffart considera que no se trata de activos excluyentes. “Pueden complementarse en una cartera. El oro tiene mejores aplicaciones en algunos casos, y el Bitcoin en otros”. Según explicó, la criptomoneda “es más transportable y divisible, y probablemente más aplicable como moneda”, mientras que el oro “es más estable, con un historial comprobado de varios siglos”.
Ambos activos muestran baja correlación con los instrumentos tradicionales —cercana a cero en el caso del oro—, aunque el Bitcoin “presenta un comportamiento de precios y respuestas de mercado que se asemejan a los de un activo especulativo”, con una correlación creciente con las acciones que ha llegado a 0,17 en los últimos años.

Esta dinámica ha llevado a que “algunas instituciones y muchos inversionistas estén convirtiendo pequeñas porciones de sus posiciones en oro hacia Bitcoin como cobertura y diversificador”, dice el experto.
Emanoelle Santos, analista de mercados en XTB Latam, considera que este argumento “ha ganado fuerza en 2025 impulsado por una confluencia de factores estructurales, políticos y tecnológicos”. Entre ellos, destaca “el creciente respaldo institucional, reflejado en la explosión de flujos hacia los ETFs de bitcoin, como el caso del iShares Bitcoin Trust de BlackRock, que ha registrado miles de millones en entradas netas”.
Respaldo institucional y riesgos latentes
Para Santos, el contexto político también ha sido determinante. “El giro pro-cripto en Washington, particularmente tras el impulso de nuevas leyes como la Genius Act, ha consolidado un marco regulatorio que reduce el riesgo jurídico para los inversionistas institucionales”.
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Esto ha permitido que Bitcoin sea percibido como un activo más legítimo, reforzando su perfil como refugio frente a políticas monetarias expansivas o inestabilidad financiera. “A diferencia del oro, cuya oferta es limitada pero físicamente costosa de custodiar y transferir, Bitcoin ofrece un modelo de escasez programada (21 millones de unidades) con ventajas operativas en velocidad, portabilidad y divisibilidad”.
En el plano de la oferta, Seyffart resalta que “el suministro fijo del Bitcoin y su inflación controlada son su columna vertebral monetaria” y recuerda que “el último Bitcoin se espera que se mine en 2140, de acuerdo con un calendario desinflacionario”.
El oro, por su parte, tiene una disponibilidad que crece en promedio entre 1% y 2% anual y podría ver un aumento si se descubrieran depósitos masivos o se volviera viable la minería espacial, aunque estas posibilidades siguen siendo remotas.

Desde una óptica más cauta, Gregorio Gandini, analista financiero, subraya que “el respaldo institucional, en especial de los ETF, ha permitido a algunos inversionistas institucionales tomar posiciones en Bitcoin de esta forma. Pero no creo que deba ser visto como un refugio de valor por el nivel de riesgo que tiene”.
Advierte que “hay un riesgo regulatorio importante, pero también la falta de transparencia a la hora de entender los drivers y fuerzas que lo afectan es muy relevante”. La ventaja, reconoce, “podría ser diversificar las fuentes de riesgo a las que está expuesto el portafolio y en este momento la postura de la Casa Blanca lo hace atractivo”.
El oro, entre la estabilidad y la geopolítica
Como medio de pago, Seyffart considera que “el Bitcoin es superior al oro como medio de intercambio: es nativo digital, fácilmente divisible y transferible sin intermediarios, resolviendo muchas de las fricciones que hacen impráctico al oro como moneda de uso diario”.
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Sin embargo, la volatilidad sigue siendo un obstáculo “y su historial de caídas profundas limitan su uso como reserva de valor o medio de intercambio”, pues “un activo propenso a caídas del 70% no puede funcionar de forma confiable como reserva de valor”.
En el frente del oro, Felipe Barragán, estratega de investigación de mercados en Pepperstone, recuerda que “el oro ha retomado una tendencia alcista en las últimas semanas, impulsado por una combinación de factores económicos y geopolíticos”.
Entre ellos menciona “el creciente consenso en torno a futuros recortes de tasas por parte de la Reserva Federal” y el impacto de las dudas que generaron mensajes confusos sobre los aranceles a lingotes de oro de 1 kg y 100 oz por parte de Estados Unidos, si bien la Casa Blanca aclaró la medida.

Con este panorama, el contraste entre oro y Bitcoin como activos refugio se está redefiniendo en un momento en que ambos se benefician de factores estructurales y coyunturales. El oro preserva su rol de reserva de valor tradicional, respaldado por su estabilidad y la actual tensión geopolítica, y el Bitcoin se ve impulsado por un respaldo institucional sin precedentes y un marco regulatorio más claro en Estados Unidos.
Para los analistas, la decisión no parece ser una sustitución directa, sino una evaluación de cómo equilibrar en sus carteras la seguridad probada del metal con el potencial —y los riesgos— de la alternativa digital.