El talón de Aquiles de la IA: por qué ser el primero podría ser un mal negocio

El acelerado gasto en centros de datos y modelos de lenguaje no garantiza retornos. Según BCA Research, la falta de barreras estructurales y un modelo difícil de monetizar podrían hacer de la IA un negocio menos rentable.

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Fiber optic cables feed into a DCS-7512N data center switch router, manufactured by Arista Networks Inc., inside a communications room at an office in London, U.K., on Monday, May 21, 2018. The Department of Culture, Media and Sport will work with the Home Office to publish a white paper later this year setting out legislation, according to a statement, which will also seek to force tech giants to reveal how they target abusive and illegal online material posted by users.
03 de noviembre, 2025 | 02:00 AM

Bloomberg Línea — La carrera global por desarrollar infraestructura de inteligencia artificial ha desatado un auge de inversión sin precedentes. Las principales tecnológicas han destinado inversiones millonarias en centros de datos, chips avanzados y modelos fundacionales. Sin embargo, BCA Research plantea que esta carrera puede estar construida sobre una premisa errónea: la ventaja del primero en llegar al mercado.

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El informe sostiene que el atractivo de liderar la industria de la IA se basa en supuestos económicos que no aplican con claridad al caso actual. “La ventaja del pionero puede ser valiosa si una industria está sujeta a efectos de red, economías de escala o protecciones legales. Sin embargo, ninguno de estos tres aplica claramente a la IA”, advierte BCA Research.

Aunque el apetito por invertir se mantiene fuerte, la falta de barreras estructurales duraderas sugiere que los beneficios podrían no consolidarse en quienes lideran hoy, sino en quienes consumen y aplican la tecnología de forma eficiente.

¿Por qué el modelo podría no ser rentable?

Los analistas de BCA sostienen que, para que la ventaja del pionero sea rentable, debe haber factores que impidan que nuevos competidores ofrezcan el mismo producto a menor costo o con mayor eficiencia. No obstante, la propia naturaleza de los modelos actuales debilita esa posibilidad.

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“Con la IA, hay que construir centros de datos y equiparlos con unidades de procesamiento gráfico costosas y de alto consumo energético. El costo marginal de sumar usuarios está lejos de ser cero”, detalla BCA.

Los analistas trazan un paralelo entre la industria de la IA y la de las aerolíneas, donde los altos gastos de capital y la homogeneidad del producto dificultan generar márgenes sostenibles. “Los inversionistas están confundiendo beneficios cíclicos con estructurales”, sostiene el informe, al referirse a los ingresos actuales de empresas como Nvidia o Amazon Web Services, impulsados por un pico en la demanda de cómputo.

Incluso si se logra una posición dominante, queda por resolver cómo monetizarla. Las plataformas de búsqueda tradicional, como Google, generan ingresos cuando el usuario hace clic en un enlace. En cambio, con los sistemas de IA generativa, esa capa desaparece.

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“La ventaja definitoria de la IA es que no hay un enlace en el que hacer clic”, explica BCA. El problema es que cuando una herramienta responde con precisión y sin margen de elección, como al reservar un vuelo o hacer una compra, la lógica publicitaria deja de ser útil para monetizar el servicio.

Los usuarios podrían ganar más

En este contexto, podría pensarse que los verdaderos ganadores serán los usuarios empresariales de la inteligencia artificial. Sin embargo, las expectativas también deben ajustarse. “Aunque la mayoría de las empresas dice que espera aumentar el uso de IA con el tiempo, las tasas de adopción ya muestran señales de estar alcanzando su punto máximo”, subraya el informe.

BCA cita estudios recientes que refuerzan esta advertencia. Uno de ellos, elaborado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), concluye que el 95% de las empresas no ha visto mejoras en sus resultados a partir de sus inversiones en IA. Otra investigación de McKinsey indica que cerca del 80% de las compañías usa IA generativa, pero el mismo porcentaje no ha experimentado beneficios tangibles en su rentabilidad.

El auge de la IA disparó la demanda de GPUs de Nvidia, pero BCA Research advierte que esos beneficios podrían ser cíclicos y no estructurales.

Esto remite a lo que BCA denomina el efecto de la marea creciente. “Si una marea creciente eleva todos los barcos, entonces ninguno termina más alto que los demás”, argumenta el reporte. Es decir, aunque la IA pueda mejorar la productividad general, es poco probable que genere ventajas competitivas sostenibles para firmas individuales.

“Los beneficios de la electricidad finalmente recayeron en los consumidores en forma de precios más bajos y mayores ingresos reales. Lo mismo podría ocurrir con la IA”, concluye BCA.

Por ahora, la firma mantiene una postura cauta en sus carteras: una asignación apenas por debajo del promedio de mercado en renta variable global. Aún no se ha producido el momento clave que podría marcar un cambio estructural en las valoraciones, al estilo del “metaverso”. Mientras tanto, el debate de fondo no es sobre qué empresa lidera la carrera de la IA, sino sobre si esta carrera tiene línea de meta.

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