Bloomberg Línea — La elevada incertidumbre en Estados Unidos ha dominado la atención de los mercados globales. Las decisiones del presidente Donald Trump en materia de aranceles, su presión sobre la Reserva Federal y el creciente escepticismo sobre la salud de la mayor economía del mundo han generado un entorno volátil. Ante este escenario, los grandes bancos coinciden: es momento de mirar a Europa.
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Esa visión llega a partir del desempeño que han tenido los activos de Estados Unidos. Gabriela Santos, estratega Jefe de Mercado para las Américas de JPMorgan, asegura que “la preocupación por una guerra comercial y una menor independencia de la Fed” han sido los principales catalizadores de una caída del 10% en el índice DXY desde los máximos del año.
Esta debilidad del dólar ha venido acompañada por una tendencia de rotación de portafolios que ha favorecido a los mercados fuera de Estados Unidos.
Santos cree que “el ‘sell America’ ha beneficiado a la renta variable de los países occidentales, mientras que la rotación de flujos ha mejorado el rendimiento relativo de Europa y los mercados emergentes“.

Esta rotación es visible en la repatriación parcial de capitales por parte de inversionistas europeos, quienes habían canalizado cerca de US$190.000 millones hacia acciones estadounidenses desde 2020, y que ahora han comenzado a revertir esa tendencia, con salidas cercanas a US$14.000 millones desde su punto máximo.
En paralelo, Barclays estima que los inversionistas estadounidenses han destinado alrededor de US$10.000 millones hacia activos europeos en lo que va del año.
Los sectores que destacan
Los efectos de esta reasignación de capital ya se reflejan en el comportamiento de los mercados. La renta variable internacional ha superado al mercado estadounidense por el mayor margen desde 1993, según los registros de JPMorgan.
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Este contraste con 2018, cuando las acciones internacionales quedaron rezagadas en medio de la guerra comercial, señala un cambio estructural.
La evidencia también sugiere que esta rotación no es meramente táctica, sino que podría tener una dimensión estructural. Según datos de la institución EPFR, citados por Barclays, el flujo acumulado hacia fondos europeos por parte de inversionistas estadounidenses ha sido uno de los más significativos desde 2010.
Esta tendencia, combinada con la estabilización política en la eurozona y reformas estructurales en marcha en Alemania, Francia e Italia, ofrece una base sólida para una revalorización del mercado europeo en los próximos trimestres.

Andrew Garthwaite, estratega de renta variable mundial de UBS, aseguró que el banco de inversión “ha confirmado su preferencia por las acciones europeas y británicas frente a las estadounidenses, alegando una combinación de valoraciones más favorables, flexibilidad política y relativa estabilidad macroeconómica”.
En su scorecard compuesto, UBS ubica a EE.UU. en la última posición en términos de atractivo regional. Garthwaite destaca que “las valoraciones (en Estados Unidos) siguen siendo extremas. La situación fiscal es más difícil que la de la zona euro o Japón”.
En contraste, el mercado británico destaca como una jugada defensiva, gracias a una valuación atractiva y una rentabilidad total que duplica la de Estados Unidos. Además, según el banco, “la renta variable británica ocupa el primer puesto en el índice de resistencia arancelaria” que han desarrollado.
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En cuanto al tipo de compañías preferidas por los inversionistas, los analistas de Barclays destacan que los sectores orientados al mercado doméstico europeo, como bancos, materiales y servicios públicos, han tenido un rendimiento superior, especialmente en el contexto del fortalecimiento del euro.
Además, han mostrado una correlación positiva con el alza de la divisa, al estar más vinculados a la demanda interna europea.
UBS no sólo fundamenta su preferencia por Europa en las valoraciones y la estabilidad fiscal. El banco suizo advierte que por primera vez en décadas, el crecimiento del PIB de la eurozona se proyecta en niveles comparables a los de Estados Unidos para el período entre el cuarto trimestre de 2025 y el cuarto trimestre de 2026.

Según sus datos, esto ha ocurrido apenas “el 9% del tiempo en los últimos 30 años”. En esos escasos episodios de convergencia, las acciones europeas suelen cotizar con un descuento del 10% frente a las estadounidenses en términos de precio/utilidad ajustado por sector, una brecha que en este ciclo podría cerrarse parcialmente si se mantienen las expectativas de crecimiento.
¿Oportunidad en Europa?
Barclays proyecta un estancamiento en los beneficios por acción (EPS) para 2025, seguido de una aceleración de hasta el 8% en 2026. Adicionalmente, los analistas aseguran que el fortalecimiento del euro no ha sido históricamente un obstáculo para las acciones europeas.
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De hecho, la relación entre euro fuerte y mayor demanda de acciones regionales es consistente en los datos de las últimas dos décadas.
“En el pasado, los periodos de fortalecimiento del euro han coincidido en su mayoría con una mayor demanda de flujos de renta variable hacia Europa, y un rendimiento superior de la renta variable de la región”, dice el informe.
Los analistas de Deutsche Bank, liderados por Maximilian Uleer, también ha mostrado optimismo respecto a los activos europeos.
En una nota a clientes esta semana, el banco explicó que “algunos de los factores de riesgo que impulsaron las ventas masivas en abril se han atenuado” y que las condiciones políticas se han tornado más amigables para los mercados.

En su nota a clientes, los analistas señalan que “llamamos a un pico de miedo el 7 de abril y al inicio de una desescalada arancelaria el 9 de abril. Ambos se materializaron y la situación ha seguido mejorando desde entonces”.
Deutsche Bank resalta que la actividad manufacturera en Europa ha sorprendido al alza y que “solo unas pocas empresas en la región han revisado sus previsiones anuales a pesar de la incertidumbre comercial”.
Además, el resurgimiento de las negociaciones en torno a un posible alto al fuego en Ucrania ha ofrecido un impulso adicional al sentimiento de mercado en Europa, reforzando la rotación regional.
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Entre los factores citados se encuentra una moderación en la postura arancelaria de Trump y la expectativa de un posible diálogo con China y la Unión Europea.
Esta mejora en el clima político ha permitido una disminución en la volatilidad implícita de las acciones, reforzando el atractivo de Europa.
El banco también introdujo el concepto de “Trump put”, haciendo alusión a la percepción de que la administración estadounidense actuaría para sostener los mercados si la volatilidad se dispara.
Esta expectativa ha reducido las primas de riesgo y ha contribuido a mejorar el apetito por activos europeos.
Sin embargo, Barclays considera que “esta tendencia puede estar aún en sus primeras fases”, lo que sugiere una ventana de oportunidad aún vigente para inversionistas que buscan diversificar. Los analistas del banco argumentan que esta dinámica puede sostenerse más allá del corto plazo.