Por qué Goldman Sachs cree que el mercado aún no está en una burbuja tecnológica

Goldman Sachs advierte que, pese al auge en inteligencia artificial y el dominio de las big tech, no hay evidencia suficiente para hablar de una burbuja financiera global.

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El auge tecnológico actual se explica por fundamentos sólidos y no por una especulación irracional, según el último informe de Goldman Sachs.
27 de octubre, 2025 | 05:00 AM

Bloomberg Línea — Goldman Sachs (GS) sostiene que los mercados globales aún no han alcanzado niveles consistentes con una burbuja financiera, pese al auge bursátil impulsado por la inteligencia artificial y la concentración de capitalización en unas pocas firmas tecnológicas.

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Así lo señala un análisis en el que se aclara que, si bien existen señales incipientes de exceso, el contexto actual difiere significativamente de episodios históricos como la burbuja puntocom o el auge inmobiliario japonés de fines de los años 80.

El estudio enfatiza que el alza de las valoraciones en el sector tecnológico se explica por fundamentos sólidos más que por especulación desmedida. Según Peter Oppenheimer, estratega jefe de renta variable global de Goldman Sachs Research, “la apreciación del sector tecnológico, hasta ahora, ha sido impulsada por crecimiento fundamental más que por especulación irracional sobre crecimiento futuro”.

Aunque reconoce que las valuaciones están comenzando a tensarse, afirma que “no están aún en niveles consistentes con burbujas históricas”. El informe establece una distinción entre el actual entusiasmo inversor en torno a la inteligencia artificial y anteriores ciclos especulativos.

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La euforia existe, pero el liderazgo del sector está en manos de empresas consolidadas con balances robustos, no de startups poco capitalizadas. Esta diferencia estructural limita el riesgo sistémico asociado a una eventual corrección.

En relación con la concentración de mercado, Goldman Sachs observa que las diez principales compañías de Estados Unidos representan casi una cuarta parte del mercado global de acciones, y ocho de ellas pertenecen al sector tecnológico. Esta situación, aunque inusual, no es inédita.

A lo largo de la historia, sectores como el financiero, el energético o el transporte también dominaron el mercado durante décadas sin que ello derivara necesariamente en una crisis.

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Hay signos de exceso

A pesar de ello, el informe reconoce que “signos de exceso están empezando a emerger”, en palabras del propio Oppenheimer. Entre las señales observadas se menciona el repunte en las ofertas públicas iniciales (IPOs) y en las fusiones y adquisiciones, con primas de salida en los nuevos listados que alcanzan en promedio el 30% en Estados Unidos, el nivel más alto desde la burbuja tecnológica de fines de los noventa.

No obstante, se aclara que esta dinámica dista de los centenares de ofertas especulativas que marcaron el cambio de siglo.

El informe subraya que “la mayoría de la inversión tecnológica reciente está impulsada por un gasto de capital disciplinado por parte de empresas consolidadas, la mayoría de las cuales financia proyectos internamente en lugar de recurrir a apalancamiento riesgoso”.

New York Stock Exchange (NYSE)

El documento advierte que los mercados continúan siendo vulnerables frente a resultados corporativos decepcionantes o una eventual pérdida de confianza que pueda desatar correcciones abruptas.

Uno de los focos de atención es el gasto de capital en inteligencia artificial e infraestructura de datos, donde existe el riesgo de que las inversiones no generen retornos proporcionales.

Aun así, se aclara que, si bien los ratios de inversión sobre ventas han aumentado, “se mantienen por debajo de los niveles históricos de burbuja, y el apalancamiento está contenido”.

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En este punto, la firma destaca que “la mayoría del gasto está financiado por flujo de caja interno, no por deuda, y el nivel de inversión de capital en relación con el flujo de caja libre está significativamente por debajo de los niveles experimentados a fines de los años noventa”.

La emisión de deuda por parte de grandes tecnológicas también es observada con atención, aunque no se interpreta como una señal definitiva de burbuja. Para Goldman Sachs, “la salud financiera general es robusta, lo que limita la exposición económica más amplia”.

Además, señala que “los balances sólidos de los bancos y del sector privado reducen la probabilidad de que una fuerte corrección tecnológica se convierta en un riesgo sistémico”.

Goldman Sachs

Diferencias con ciclos anteriores

Uno de los elementos diferenciadores del actual ciclo, según el informe, es que el rendimiento del mercado bursátil se ha expandido más allá de las grandes tecnológicas estadounidenses.

Las bolsas europeas, los sectores de valor y las industrias cíclicas emergentes han comenzado a superar a los gigantes tecnológicos, lo cual abre nuevas oportunidades de diversificación que no estaban presentes en anteriores ciclos dominados por la tecnología.

A su vez, la inteligencia artificial muestra una creciente vinculación con la infraestructura física, la energía, los recursos naturales y los bienes de capital, lo cual conecta el destino del sector tecnológico con la economía real de manera más directa que en ciclos previos.

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¿En qué recomienda al invertir?

Frente a este escenario, Goldman Sachs aconseja prudencia. Recomienda a los inversores enfocarse en la diversificación, vigilar el apalancamiento y el gasto de capital, y evitar pagar precios excesivos por compañías sin modelos de negocio comprobados.

En sus palabras, “aunque los mercados de renta variable presentan algunas de las características asociadas con burbujas, Goldman Sachs Research encuentra que la mayoría de la evidencia apunta a fundamentos sólidos subyacentes más que a una especulación desenfrenada”.

New York Stock Exchange (NYSE)

El análisis concluye con una advertencia relevante. Según Oppenheimer, “en balance, las valoraciones se ven cada vez más estiradas pero aún no en los niveles que fueron típicos en otros periodos de burbuja antes de que estallaran”.

Y agrega que “el mayor riesgo es que los beneficios decepcionen y los inversores comiencen a cuestionar la sostenibilidad de sus actuales tasas de retorno”.

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