Bloomberg Línea — Invertir en bonos puede ser una estrategia para quienes buscan ingresos periódicos o una alternativa a la renta variable, pero no siempre resulta claro cómo y por qué estos instrumentos suben o bajan de valor.
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A diferencia de las acciones, los bonos funcionan como un préstamo que el inversor le hace a un gobierno o a una empresa a cambio de pagos periódicos de interés, llamados cupones, y la devolución del capital en una fecha futura. “Un bono es un préstamo que el comprador, o el tenedor del bono, otorga al emisor del mismo”, explica la gestora PIMCO.
El valor de un bono en el mercado cambia principalmente por dos motivos: las tasas de interés y el riesgo del emisor. En ese sentido, el precio del bono no permanece fijo, incluso si el cupón sí lo es.
Cuando las tasas de interés del mercado suben, los bonos existentes se vuelven menos atractivos porque pagan un interés menor en comparación con los nuevos títulos, lo que hace caer su precio. “Cuando las tasas de interés suben, el precio de los bonos baja y cuando las tasas bajan, el precio sube”, afirma Ignacio Mieres, jefe de análisis de la plataforma XTB Latam.

Esto significa que los inversores no sólo ganan dinero por los intereses que reciben, sino también por la posible revalorización del bono si lo venden antes de su vencimiento. En palabras de Felipe Sepúlveda, de Admirals Latinoamérica, “si las tasas bajan después, su valor en el mercado secundario aumenta”.
¿Cuándo comprar y cuándo vender bonos?
Un inversor individual puede acceder al mercado de bonos, tanto en el momento de emisión como en el mercado secundario. Sin embargo, en la práctica, la compra directa de bonos suele presentar ciertas barreras de entrada, como montos mínimos relativamente altos, menor liquidez en algunos títulos y la necesidad de operar a través de intermediarios especializados.
Por ello, no todos los bonos están fácilmente disponibles para el público minorista, especialmente cuando se trata de emisiones corporativas internacionales o bonos soberanos de mercados desarrollados.
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Ante estas limitaciones operativas, muchos inversores optan por acceder a la renta fija mediante fondos comunes de inversión o ETFs especializados en bonos. Estos instrumentos replican el comportamiento de distintos segmentos del mercado y permiten una mayor diversificación con menor capital inicial.
Teniendo esto en cuenta, el precio de un bono refleja el valor de los pagos de interés que ofrece, en comparación con las tasas vigentes. De acuerdo con PIMCO, “el precio de un bono siempre se mueve en dirección contraria a su rendimiento”, una característica central para entender cuándo puede ser conveniente entrar o salir del mercado.
La decisión de vender un bono antes del vencimiento también responde a señales específicas. Según Mieres, puede ser oportuno hacerlo si se anticipa “una baja en las tasas de interés (que eleva su precio de mercado), si surgen riesgos de incumplimiento por parte del emisor, cuando se necesita liquidez inmediata o si mantener el bono implica un elevado costo de oportunidad frente a otras inversiones más atractivas”.

Sepúlveda coincide en que un aumento en el riesgo del emisor o cambios en las expectativas de inflación también pueden justificar la venta anticipada.
Respecto a la compra, ambos analistas coinciden en que resulta más atractivo invertir en bonos cuando las tasas están altas. Esto no sólo asegura un mejor rendimiento desde el inicio, sino que, si el mercado luego baja las tasas, el bono se revaloriza. “El mejor momento para comprar bonos suele ser cuando las tasas están altas”, señala Sepúlveda.
Los datos de PIMCO refuerzan esta idea. Cuando las tasas bajan, los bonos con cupones más altos “pueden cobrar una prima al venderlos en el mercado secundario”. Pero también advierten que un entorno de tasas crecientes, si bien reduce el valor de los bonos en el corto plazo, permite reinvertir más adelante en títulos que pagan más, lo que puede mejorar la rentabilidad futura.
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Elegir el plazo correcto
La duración de un bono no debe confundirse con su vencimiento. Mientras que el vencimiento indica cuándo se devolverá el capital, la duración mide cuánto puede cambiar el precio del bono si suben o bajan las tasas de interés.
Esta medida es clave para entender el riesgo de mercado que asume el inversor. Según PIMCO, “la duración indica el cambio aproximado en el precio que cualquier bono en particular experimentará ante una variación de 100 puntos básicos en las tasas de interés”.
Por ejemplo, si un bono tiene una duración de cinco años, y las tasas suben 1%, su precio podría caer cerca de 5%. Lo inverso ocurre si las tasas bajan: el precio subiría en una proporción similar. Es decir, cuanto mayor sea la duración, más sensible será el bono a los movimientos del mercado.

La elección entre bonos de corto o largo plazo tiene implicancias directas sobre el riesgo. Según Mieres, “los bonos a corto plazo presentan menor riesgo de tasa de interés, mayor liquidez y flexibilidad para reinvertir, aunque suelen ofrecer rendimientos más bajos”. En cambio, los bonos de largo plazo “tienden a ser más volátiles en su precio” aunque pagan intereses más altos.
Sepúlveda complementa esta visión al señalar que “los bonos de largo plazo suelen ofrecer intereses más altos, aunque son más sensibles a la volatilidad del mercado y pueden experimentar mayores pérdidas o ganancias si las tasas se mueven abruptamente”.
Además del plazo y la tasa, el tipo de bono también influye en el riesgo asumido. BlackRock advierte que existen diferencias sustanciales entre bonos soberanos, corporativos, municipales y los llamados bonos basura. “Los bonos basura se denominan de esta manera debido a su mayor riesgo de impago en comparación con los bonos de grado de inversión”, detalla la firma.
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El riesgo de crédito, es decir, la posibilidad de que el emisor no cumpla con los pagos, también impacta en el precio. “Cuanto mayor sea el riesgo crediticio del emisor, más altos tendrán que ser sus rendimientos para atraer a los inversores”, señala IG.
Las agencias como Moody’s, Fitch o Standard & Poor’s califican la calidad crediticia de los emisores, lo cual es clave para estimar su solvencia.
Cómo saber si se gana o pierde con un bono
Determinar si se ha ganado dinero con una inversión en bonos no depende únicamente de los intereses cobrados. También hay que considerar el precio de compra y el valor actual en el mercado.

La renta fija ofrece estabilidad, pero exige conocimiento técnico. Expertos responden las dudas más comunes sobre la capitalización de los bonos, su sensibilidad a las tasas de interés y cómo elegir entre corto o largo plazo según el contexto del mercado.
“Para saber si un inversor está ganando o perdiendo dinero, debe comparar el valor actual del bono en el mercado con el precio al que lo compró, y además sumar los intereses recibidos”, explica Sepúlveda. Si la suma es mayor, se ha obtenido un beneficio. Si es menor, se incurre en una pérdida.
En suma, el precio de los bonos responde a factores objetivos que pueden ser analizados con precisión: las tasas de interés, la duración del título, la calidad del emisor y las condiciones del mercado. Entender esta mecánica permite evitar errores frecuentes y evaluar mejor si una oportunidad es realmente atractiva.