Bloomberg Línea — El oro ha retomado su papel protagónico en los mercados financieros globales y, en lo que va del año, su desempeño ha superado con holgura al de los principales activos. Este renovado impulso no responde a un solo factor, sino a una confluencia de tensiones macroeconómicas, geopolíticas y estructurales que están reconfigurando las preferencias de los inversionistas.
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Wayne Gordon, Giovanni Staunovo y Dominic Schnider, estrategas de UBS, calculan que el oro, con un rendimiento de 28% en lo que va del año, ha superado “a todos los principales índices de acciones y bonos, las monedas del G10 e incluso al Bitcoin”.
Detrás de esta recuperación se encuentran presiones inflacionarias persistentes en Estados Unidos, un crecimiento económico por debajo de su potencial y un dólar debilitado. Estas condiciones han reducido los rendimientos reales, lo cual favorece al oro como activo refugio.
Además, los analistas advierten que políticas como el endurecimiento comercial y migratorio aún no han desplegado todos sus efectos sobre los precios, lo que sugiere que la inflación podría prolongarse.

Más allá de los factores cíclicos, UBS subraya la creciente preocupación por la sostenibilidad fiscal de EE.UU., especialmente ante la posibilidad de que la Corte Suprema invalide aranceles clave de la administración actual. Esto, sumado a las dudas sobre la independencia de la Reserva Federal y a la fragmentación geopolítica global, ha reforzado las tendencias de desdolarización.
“Vemos riesgos macroeconómicos relacionados con EE.UU., dudas sobre la independencia de la Fed, preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal y la geopolítica respaldando las tendencias de desdolarización y una mayor compra por parte de bancos centrales”, afirman los expertos.
Este entorno ha reactivado la demanda global de oro. Los flujos hacia fondos cotizados (ETFs) han sido los más robustos desde 2010, lo que ha llevado a UBS a revisar al alza su previsión de demanda a casi 600 toneladas métricas este año.
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También destacan que las compras de bancos centrales, si bien algo menores que el récord alcanzado en 2024, siguen siendo sólidas. Con estos elementos, la firma estima que la demanda total global de oro en 2025 alcanzará las 4.760 toneladas métricas, su nivel más alto en más de una década.
¿Hasta dónde llegará el precio del oro?
Este resurgimiento no ha pasado desapercibido para los estrategas de UBS, que han decidido ajustar sus proyecciones. Según su informe más reciente, la entidad elevó sus previsiones de precio para los próximos trimestres.
Ahora anticipan que el oro alcanzará los US$3.600 por onza hacia marzo de 2026, con una proyección de US$3.700 para junio y septiembre del mismo año. La meta de fin de 2025 se mantiene en US$3.500.

“Los últimos datos del World Gold Council apuntan a los flujos más fuertes hacia ETFs en la primera mitad del año desde 2010”, destaca el informe, reforzando la tesis de que los inversionistas institucionales están consolidando su exposición al metal como cobertura ante la incertidumbre estructural.
En su estrategia de asignación global de activos, UBS mantiene una recomendación positiva sobre el oro.
El metal es visto no solo como un refugio ante turbulencias, sino como una herramienta eficaz de diversificación frente a riesgos sistémicos. “La diversificación y contar con coberturas relevantes son cruciales en el contexto de una cartera. Mantenemos una visión atractiva sobre el oro”, subraya el equipo de análisis.
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No obstante, los analistas también advierten sobre un riesgo clave: que la Reserva Federal se vea obligada a endurecer su política monetaria, lo cual podría presionar al alza los rendimientos reales y, en consecuencia, restar atractivo al oro. “El riesgo clave para el oro es si la Fed se ve obligada a subir las tasas”, concluyen.
Sin embargo, los fundamentos continúan alineándose a favor del metal precioso por el momento, que encuentra respaldo tanto en la debilidad estructural del dólar como en el rediseño silencioso del sistema financiero global.